¡DI NO!
¿Os ha pasado alguna vez que hacéis una cosa que no os gusta solo por miedo a lo que piensen los demás? Pues hoy ha estado a punto de pasarme a mí.
Todo ha empezado cuando unos compañeros y compañeras de clase hemos quedado para ir a la fiesta mayor del barrio al salir de la escuela. Hemos subido juntos a unas atracciones de aquellas que te menean tanto que, a media tarde, te sube el almuerzo a la garganta. Éramos muchos y nos lo estábamos pasando uperbién, hasta que Fernando ha sacado un cigarrillo. Le tendrías que haber visto fumando como si fuera un actor de cine, ¡pero en realidad estaba haciendo el ridículo! Seguramente él se creía superguay, pero a mí me ha parecido nervioso y a algunos se nos ha escapado la risa. Ha dicho ¡como mola! ¿Quién quiere darle una calada? De repente, nos hemos quedado todos sin saber qué decir.
Irene ha sido la primera en coger el cigarrillo. Enseguida ha empezado a toser, pero ha continuado fumando como si nada. A mí Irene siempre me ha parecido una chica maja, aunque a veces quiere presumir y convertirse en alguien que en realidad no es. Lo que más me ha sorprendido ha sido que Marco, Clara y Raúl también se han apuntado. Yo me he puesto un poco nerviosa porque creía que si no fumaba, todos se reirían de mí y me dirían rajada. He visto que Sam y Alex se me acercaban y me miraban extrañados. Entonces me han empezado a sudar las manos. El cigarrillo iba circulando y, cuando ha llegado mi turno, lo he cogido.
¡Eh! ¡No me miréis así! ¿Vosotros qué habríais hecho? Ya sé que fumar es malo, pero he pensado que tampoco pasaba nada por darle una calada. Pero entonces he recordado lo que mi abuelo me decía cuando yo dudaba: Sé fiel a ti misma. He comprendido que estaba a punto de hacer algo que, en realidad, no quería hacer. Quizás sentiría vergüenza al decir que no quería fumar, quizás lo pasaría mal durante unos instantes pero sabía que, si fumaba, luego me sentiría cobarde por no haber sido capaz de defender lo que creía. Así que he devuelto el cigarrillo y he dicho que yo pasaba de fumar. No, gracias, he repetido cuando han insistido. ¿Y sabéis qué? Ser capaz de defender lo que creo me hace sentir fuerte. Pocos minutos después, volaba por los aires subida en la vagoneta gritando con Alex y Sam. Ya nadie se acordaba de si había fumado o no, pero yo sí, y me siento superorgullosa de ello. Los amigos y amigas de verdad saben que yo soy una auténtica Capitana Salud.