MEJOR A PIE
Últimamente, las cosas están cambiando mucho en casa. Todo empezó el día que mis padres hicieron un cursillo de vivir con salud.
―¿Por qué no quieres llevarme en coche a la escuela? ¡Si lo has hecho siempre durante ocho años!
― Le insistí un día a mi madre. Pero ella se mantuvo firme:
―Alex, te conviene caminar.
Entonces se subió a la bici y se fue.
Yo pensaba que en ese cursillo aprenderían que ellos debían salir a correr o a hacer actividades al aire libre y que a mí me dejarían tranquila. ¡Pero no ha sido así! Quieren que, en casa, todos adoptemos esos hábitos saludables y se han empeñado en que hagamos excursiones en familia los fines de semana. No sé vosotros, pero yo estoy toda la semana esperando a que llegue el sábado. Es el día que más me gusta porque puedo despertarme tarde y quedarme en pijama pegada a la consola o viendo series y películas. ¡A partir de ahora, está claro que no podré hacerlo!
Me han dicho: A tu edad, debes hacer 60 minutos de actividad física al día. Además, me han leído un artículo que hablaba de la importancia de moverse y de no sé qué otras cosas más porque, si os soy sincera, al segundo párrafo he dejado de atender. Me imaginaba a mí misma caminando veinte minutos hasta la escuela arrastrando la mochila, como alma en pena.
Mamá ha dicho que la actividad física es un magnífico regalo que le hacemos a nuestro cuerpo, porque tiene muchos beneficios. Me los ha explicado todos, uno por uno. Incluso los ha escrito en la pizarra de casa para que no se me olviden. Dice que caminar, ir en bicicleta o practicar algún deporte previene dolencias, ayuda a dormir bien y enseña valores positivos, como la constancia o el afán de superación. ¡Y por lo visto, también mejora la concentración!
¿Sabéis qué pienso? Que lo que más cuesta es empezar, pero una vez empiezas, ya no quieres dejarlo porque compruebas que tu cuerpo se siente mejor. Y, claro, si tu cuerpo está bien, tú también estás bien. Os confieso que hacer ejercicio ha acabado gustándome. ¿Cómo no lo hemos hecho antes? Ahora estoy toda la semana pensando en rutas para hacer el fin de semana y, de lunes a viernes, practico muchas actividades.
Por las mañanas, salgo de casa con mi hermana, que va a su instituto. Ella va en patinete y yo andando, y aprovechamos los cinco minutos que nos quedan antes de separarnos para charlar de nuestras cosas. ¡Creo que hace años que no hablábamos tanto!
Y, como caminando llego antes que con el coche (el tráfico en mi ciudad es horrible), cuando me separo de mi hermana, me encuentro a Noa y a Sam y hacemos juntos el último tramo del camino. Luego, cuando llego a la escuela, estoy más despierta y me noto más espabilada; ya nunca me duermo en la clase de inglés. Y me cuesta menos concentrarme. Cuando toca educación física, puedo correr más. Todo son ventajas. Es flipante, ¿no? ¡Y no creo que sea casualidad!
¡Ah, que no se me olvide! Antes de salir de casa o cuando voy de excursión, siempre me pongo crema solar. Solo me toma un momento y así protejo mi piel. Ya sabéis que el sol desprende rayos ultravioletas, que penetran la piel y pueden ser peligrosos para la salud. Yo una vez me quemé y os aseguro que no se pasa nada bien. Una gorra para tapar las orejas y la nuca tampoco está de más. Así que recordad: aplicaros protector solar, aunque esté nublado.
Bueno, ¡os tengo que dejar! Mi hermana y yo hemos decidido ir a ver a los abuelos y, esta vez, no pediremos a nuestros padres que nos lleven en coche, cogeremos las bicicletas. ¡Nos apetece! Por cierto, espero que vosotros también os mováis más en vuestro día a día. ¡Os va a gustar!