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En 2011, éramos 7 mil millones de personas viviendo en el planeta. Este año, llegaremos a los 8 mil millones y para el 2050, seremos 9.700 millones. El ritmo de crecimiento es sorprendente y nos parece un hito. 

Sin embargo, aunque a menudo el debate se centra solamente en esto, en las cifras, cada vez son más los expertos que nos invitan a cambiar la mirada y hacernos otra pregunta: frente al aumento vertiginoso de la población, ¿cómo conseguimos un mundo justo y sostenible para todos?

¿A más población, más problemas ambientales? 

Analizar la evolución de la humanidad es necesario para conocer nuestra realidad pero no lo único que deberíamos hacer. En palabras del propio Secretario general de la ONU, “nuestro enfoque siempre debe estar en las personas porque 8 mil millones de personas significan 8 mil millones de oportunidades para vivir una vida digna y plena.”

Haber llegado a esta cifra supone un hito porque refleja el avance en términos de salud, educación o economía que hemos vivido pero, al mismo tiempo, ha habido opiniones populares que se han centrado únicamente en culpar a la población de muchos de los problemas del planeta, entre ellos el cambio climático. ¿Esto es siempre así?

Para Jorgen Randers, uno de los creadores de Earth4All (un colectivo de destacados pensadores económicos y científicos) y coautor de The Limits to Growth, la culpa no es de las personas. Randers y su equipo han analizado la conexión entre la población y la superación de los límites planetarios. Recordemos que los límites planetarios son esos 9 procesos ambientales que, si desaparecen, impedirán el desarrollo de la humanidad.  Actualmente, 7 de estos procesos ya han superado el límite de peligrosidad: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los usos de la tierra y los ciclos biogeoquímicos.

Pues bien, para Randers, el tamaño de la población no es el principal impulsor de exceder los límites planetarios. Así lo explica “el principal problema de la humanidad es el consumo de carbono y biosfera, no la población. Los lugares donde la población está aumentando más rápido tienen huellas ambientales extremadamente pequeñas por persona en comparación con los lugares que alcanzaron el pico de población hace muchas décadas”.

Otro informe como el publicado por Oxfam-Intermón, Combatir la desigualdad de las emisiones de carbono, también sostiene que el 50% de las emisiones puede atribuirse solo al 10% más rico de la población mundial y que el 5% más rico es responsable de una tercera parte de todas las emisiones de CO2.

Estos datos reflejan que el cambio climático está muy vinculado a la desigualdad económica. Además, el 50% más pobre de la población mundial, que sólo genera alrededor del 7 % del total de las emisiones mundiales atribuidas al consumo individual, viven en los países más vulnerables ante el cambio climático.

No todos tenemos el mismo grado de responsabilidad y afirmar que la población es la culpable de los problemas ambientales es contar la historia a medias. Por eso compartimos estos datos en este magazine, para conocer la realidad a fondo y entender que, si lo que nos preocupa es solo el crecimiento de la población pero seguimos abusando de los recursos y lastimando el planeta, nada cambiará. 

El problema no es solo cuánto crecemos sino cómo lo hacemos y qué ganamos o perdemos por el camino. ¿Estamos preparados para adaptarnos y vivir en un planeta donde los derechos y las oportunidades están garantizados?

La resiliencia demográfica es clave

De hecho, lo normal es que haya flujos constantes de poblaciones dentro de los países por motivos diversos como conflictos, pandemias o crisis climáticas. Así, el cambio demográfico es una de las cinco megatendencias citadas por el Secretario General de las Naciones Unidas y uno de los pilares que ha inspirado la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Si lo que nos preocupa es si somos demasiados seres humanos, podemos hacer algo mejor: ¿y si aprendemos a planificar estos cambios de población? Eso es, precisamente, la resiliencia demográfica, la capacidad de prever y prepararse para las variaciones demográficas, impulsando acciones en materia de educación, salud o igualdad de género. 

En un mundo resiliente no hay miedo al futuro simplemente porque la población alcance los 8.000 millones. En un mundo resiliente se avanza hacia el futuro trabajando por mejorar la vida de cada una de las personas. 

¿De qué dependerá el crecimiento de la población?

Frenar o acelerar el crecimiento de la población depende, sobre todo, de las políticas y normas sociales que se apliquen. Si el crecimiento se hace de forma sostenible es incluso posible que la población se estabilice de forma natural.

Está claro que hay muchos desafíos por resolver aunque precisamente por ello se han creado los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que deberían guiar el progreso del planeta en los próximos años. Incluso más allá del 2030.

Quizá, en vez de centrarnos en el concepto de población, ha llegado el momento de pensar en las personas y asegurar la igualdad de género, el acceso universal a una educación de calidad o una mayor conciencia para evitar los cambios climáticos. Solo así conseguiremos que el mundo se vuelva resiliente y preparado para afrontar cualquier cambio demográfico. 

Esto sí será un auténtico hito.