¿Sabías que actualmente ningún país satisface las necesidades básicas de sus residentes haciendo un uso sostenible de sus recursos? El camino hacia un futuro justo y seguro para todos está dejando unas consecuencias que no pueden ser ignoradas; estamos superando los límites planetarios porque hemos hecho un uso excesivo de los recursos de la Tierra. Pero, ¿qué son exactamente los límites planetarios? ¿Cuántos hay y por qué son tan importantes? ¿Cómo podemos protegerlos?
¿Cuáles son los límites planetarios?
El planeta tiene sus límites y también puede decir “hasta aquí”. Por eso, en 2009, el Centro de Resiliencia de Estocolmo desarrolló el concepto de límites planetarios, identificando así un total de 9 procesos fundamentales para mantener la estabilidad de la Tierra. Su existencia nos recuerda que no podemos abusar de los recursos sin que haya consecuencias. Desde entonces, todas las miradas están puestas en cómo podemos respetar estos límites pero, a día de hoy, 5 de ellos ya se han superado.
Dentro de los límites, hay 2 que fueron catalogados como centrales por su papel clave en el equilibrio planetario. Son el cambio climático y la integridad de la biosfera. Los científicos explican que “traspasar cualquiera de estos podría, por sí solo, llevar al sistema Tierra a un nuevo estado”. Te contamos a continuación cuáles son los restantes.
El cambio climático
Los gases de efecto invernadero tienen una misión importante: capturar parte del calor para hacer posible la vida tanto en la superficie como en los océanos. Por eso, el dióxido de carbono (CO2), uno de estos gases, es necesario para nuestra supervivencia. El problema llega cuando hay una alta concentración del CO2 y de otros gases, como desde hace unos años ocurre porque entonces, la situación cambia por completo: la temperatura de la tierra aumenta, el calentamiento global se dispara y la variación climática, con sus fenómenos consecuentes, afecta a cualquier parte del planeta. Te suena, ¿verdad?
La destrucción de la biosfera
Supone la extinción de especies animales y vegetales. A mediados de 2019, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) junto con La Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), presentó un informe en el que advertía que un millón de especies —de un total de ocho millones— está en peligro de extinción.
El cambio climático, la contaminación o la sobreexplotación de los recursos naturales impacta directamente sobre la flora y la fauna. Algunos investigadores se atreven a describir este periodo como el sexto proceso de extinción masiva en la historia de la Tierra.
La destrucción de la capa de ozono
La capa de gas que rodea la Tierra y que nos protege de los rayos ultravioleta del sol está amenazada como consecuencia de la liberación a la atmósfera de ciertos químicos, principalmente los clorofluorocarbonos (CFC). Estos gases empezaron a producirse industrialmente en los años 30 y se utilizaban sin control alguno como propelentes en los aerosoles así como en refrigerantes y para fabricar espumas plásticas. El problema es que los CFC pueden permanecer en la atmósfera durante un tiempo indefinido y, mientras tanto, van causando la destrucción de la capa de ozono.
El reconocimiento de este fenómeno condujo a la firma del Protocolo de Montreal en 1987, un acuerdo histórico que tenía como objetivo eliminar estas sustancias. Más de 30 años después de la firma, todavía no hemos ganado la batalla a los gases nocivos.
La contaminación química
La concentración de sustancias con efectos tóxicos ha crecido sin cesar desde mediados del siglo XX. Hablamos de metales pesados e hidrocarburos pero también micro y nano plásticos. En cualquier rincón del planeta, hay sustancias de origen humano y químico que dañan el entorno. El Stockholm Resilience Centre confirma que ya hemos superado este umbral.
La acidificación de los océanos
Es el aumento de la acidez del agua. Los motivos principales son la quema de combustibles fósiles y los cambios en los usos del suelo (aunque esto último, en menor medida).
Los océanos siempre han absorbido y expulsado el dióxido de carbono para trasladar el carbono de la atmósfera al agua. El problema es que este intercambio, que siempre se había hecho con lentitud, ahora es cada vez más rápido y el carbono que se tiene que absorber es mayor. Esto conduce a cambios en la química de carbonatos del océano, es decir, produce la acidificación del océano.
Los científicos predicen que en 2050 el 86 % de los océanos del mundo estarán más calientes y serán más ácidos que nunca. Una mala noticia para todos.
Los ciclos del fósforo y el nitrógeno
Solemos hablar del carbono y el oxígeno pero el nitrógeno y el fósforo son también esenciales para la vida terrestre. Y, como suele ocurrir, las actividades humanas también han modificado sus ciclos, especialmente por la producción de alimentos que requieren fertilizantes y que, después de ser aplicados, terminan en el suelo y llegan a los diferentes ecosistemas para alterar sus ritmos.
Los cambios en el uso del suelo
Otro de los límites que hemos superado. La producción de alimentos nos ha llevado a alterar los usos del suelo. Cuando un terreno cambia de un tipo a otro, las funciones de ese terreno también cambian. A pequeña escala, puede parecer que esto no sea un problema pero a gran escala, sí que lo es porque ponemos en peligro la calidad de los ecosistemas y agotamos los recursos de cada terreno.
Por ejemplo, un cambio de uso del suelo es cuando talamos una selva para conseguir un terreno destinado a la agricultura. Y es que, aunque se suele creer que la deforestación se hace sobre todo por la demanda de madera, la razón principal es la agricultura: para conseguir espacio para que crezcan los cultivos y pueda pastar el ganado. Actualmente, hasta el 50% de la tierra habitable se utiliza para la agricultura (Fuente: FAO).
El consumo de agua dulce
La demanda de agua dulce para usos humanos, sobre todo para la producción agrícola e industrial, no deja de crecer. Este es uno de los factores que más altera y presiona el ciclo hidrológico. Según Water Footprint Network:
- En los últimos 50 años, la extracción de agua potable se ha triplicado.
- El consumo no es igual en todos los países.
- Mongolia se sitúa en primer lugar, con 10.000 litros por habitante al día.
- Emiratos Árabes Unidos, con 8.600 millones de litros.
- Estados Unidos, con 7.800 litros per cápita al día.
- Portugal, con 6.900 litros per cápita al día.
- España, con 6.700 litros per cápita al día.
Los aerosoles atmosféricos
Sabemos que las pequeñas partículas sólidas (polvo, hollín, sales) o líquidas que desprenden los aerosoles, se quedan suspendidas en el aire y que, como consecuencia, influyen en el clima y en el ciclo del agua. Sin embargo, este es uno de los fenómenos que más interrogantes genera porque todavía no sabemos hasta qué punto y cómo afectan. Por eso, es el límite planetario que menos comprendemos y que menos se ha cuantificado.
La justicia social es clave
Según el estudio The Social Shortfall and Ecological Overshoot of Nations, publicado en Nature Sustainability, ningún país satisface las necesidades básicas de sus residentes haciendo un uso sostenible de sus recursos y si lo hiciera, superaríamos todos estos límites ambientales.
Entonces, ¿cómo podemos gestionar los recursos de forma sostenible sin dañar la salud del planeta? ¿Qué tenemos que hacer para asegurar el bienestar sin cruzar los límites planetarios?
El modelo que propone Earth for All, un colectivo de destacados pensadores económicos y científicos, es el cambiar las prioridades del sistema económico. La idea es clara: trabajar por el bienestar de todos en lugar de hacerlo para maximizar el Producto Interior Bruto (PIB) a expensas de los ecosistemas, los derechos humanos o el clima. Recordemos que el PIB es el total de bienes y servicios producidos en un país durante un espacio de tiempo, generalmente un año.
La idea es que la economía sea una herramienta al servicio de la humanidad y no solo un fin en sí misma para generar riqueza y ya. Desde Earth for All, destacan que para conseguirlo es clave la justicia social, ya que esto es lo que propicia el mejor escenario para hacer realidad las acciones más transformadoras que ellos mismos sugieren:
- Eliminar la pobreza: aunque la pobreza extrema ha disminuido en los últimos cincuenta años, según un artículo del investigador y fundador de Our World in Data, Max Roser, el 85% de la población mundial también puede considerarse pobre.
- Reducir la desigualdad: los países se han vuelto más desiguales en la mayoría de las regiones del mundo. En muchos sitios, el 10% más rico se lleva el 50% de los ingresos nacionales.
- Empoderar a la mujer: esencial para un futuro justo.Todos los gobiernos deberían aumentar el acceso a la educación para las niñas y mujeres. Y, por su parte, todas las corporaciones y organismos públicos deberían trabajar para lograr la igualdad de género en los puestos de liderazgo.
- Transformar los sistemas alimentarios: cómo cultivamos, transportamos y consumimos alimentos afecta directamente sobre los límites planetarios. Necesitamos un sistema alimentario regenerativo y sostenible que funcione para todos dentro de la salud del planeta.
- El cambio de energía: El Acuerdo de París ya establece reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial cada década a partir de 2020, para llegar a casi cero en la década de 2050. El sector energético está viviendo muchas transformaciones y contamos con soluciones nuevas para sectores que en su momento, se consideraron difíciles de descarbonizar, como el transporte de larga distancia. Ahora solo falta rapidez y vía libre para implementarlas.
- Mejorar nuestro sistema económico: Earth for All plantea redefinir lo que realmente importa en las políticas económicas y hacernos otro tipo de preguntas. ¿La economía está mejorando la vida de las personas? ¿Protege nuestro planeta y el bienestar de las generaciones futuras? ¿Ayuda a cumplir el objetivo principal de un estado: mantener a los ciudadanos seguros y protegidos a largo plazo?
Para conseguir bienestar global y conservar la salud del planeta, necesitamos una receta donde abunde la cooperación, la confianza y la justicia social. Por eso, cada vez se habla más de culturas regenerativas, un concepto introducido por el escritor y consultor especializado en innovación y sostenibilidad Daniel Wahl, que plantea ir más allá de la sostenibilidad y reaccionar al hecho de que la actividad humana ha perjudicado la salud de los ecosistemas. Para Wahl, “necesitamos un cambio profundo en la forma de pensar sobre nosotros mismos, nuestras relaciones con los demás y con la vida en su conjunto”.
Mientras que la sostenibilidad busca conservar los recursos existentes para las futuras generaciones, las culturas regenerativas van un paso más allá y se implican para dejar los ecosistemas en un estado mejor de lo que estaban. Pero esto no va de debatir qué es mejor sino de tomar conciencia y pasar a la acción, sí o sí, porque si algo está claro es que no podemos crear un futuro justo y sostenible a costa de superar los límites planetarios.
No le podemos hacer eso a la Tierra, que nos lo ha dado todo.