La Semana Europea de la Movilidad (SEM) 2020, que este año se celebra del 16 al 22 de septiembre, es una buena oportunidad para reflexionar sobre las consecuencias negativas que tiene el uso irracional del coche en la ciudad y descubrir los beneficios de otros medios de transporte. Decimos que en sostenibilidad, los pequeños gestos suman y está claro que la forma de movernos en los pequeños viajes, también. Viajes como los de esta familia, por ejemplo:
Es un lunes cualquiera y una familia cualquiera se prepara para empezar la jornada. Los mayores irán al trabajo y los pequeños al colegio. Hasta aquí todo normal. Como cada comienzo de semana, vuelve la rutina pero esta vez, hay algo que cambiará: la forma de desplazarse. Ya va siendo hora de que la movilidad sostenible entre en sus vidas.
¿Sabías que, según la ONU, la contaminación del aire provoca siete millones de muertes al año en el mundo?
Además, según datos de la Agencia Internacional de la Energía y de la Unión Internacional del Ferrocarril, el transporte es responsable del 23% de los gases de efecto invernadero (GEI) por consumo de combustible.
Papá va al trabajo en tren. El trayecto es un poco más largo pero ahorra en gasolina y no se pasa más de quince minutos buscando un sitio para aparcar. Ese tiempo lo destina a tomarse un café antes de entrar a la oficina, por ejemplo. Durante el trayecto, prepara la reunión que tiene a primera hora y de vez en cuando, se queda observando cómo ha amanecido el mar. Antes, podía pasarse días sin verlo, y eso que lo tiene al lado de casa. Ahora, es su mejor compañero de viaje.
El tren también es una de las mejores opciones para ser más sostenible, pues es el que realiza unas menores emisiones de CO2 por unidad transportada, entre 3 y 5 veces menos que viajando por carretera y entre 7 y 10 veces menos que viajando en avión.
Por su parte, los coches son el principal contaminante, con un 60,7% del total de las emisiones del transporte en carretera de Europa.
Mamá ha decidido subirse al bus. En apenas veinte minutos llegará al trabajo. Antes nunca tenía tiempo para leer y ahora, por fin puede hacerlo. También descubre que observar la ciudad es relajante y puede dejar la mente en blanco. Después camina un poco hasta el destino. Teniendo en cuenta que se pasará todo el día sentada, es una buena forma de empezar la jornada. Cuando llega, le escribe un mensaje a su marido “me siento mucho mejor gracias a este paseo”. Y no es casualidad. Moverse en bus es altamente eficiente en términos energéticos pero también para la salud.
Una investigación del Centro Moriguchi de Salud en Osaka estudió a los viajeros de autobús y tren, a los peatones y ciclistas y por otra parte, a los conductores, ajustando los resultados por otros factores como edad, sexo o tabaquismo. Comparándolos con los conductores, los usuarios de transporte público fueron un 44 % menos propensos a presentar sobrepeso; un 27 % menos propensos a tener presión arterial alta, y un 34 % menos propensos a padecer diabetes.
¿Y los hijos? ¿Cómo irán al colegio? En bicicleta. Pedalear es contribuir a un aire más limpio y saludable. En una ciudad como Barcelona es fácil porque dispone de más de 200 km de carril bici. Además, el centro educativo del que son alumnos, participa en la iniciativa Camí escolar – Espai Amic, cuyo objetivo es que los caminos escolares sean unos itinerarios seguros y cómodos para que los niños y adolescentes ganen en autonomía durante el trayecto y puedan ir caminando o pedaleando con plena seguridad.
Los estudios realizados por la Agencia de Salud Pública de Barcelona indican que la contaminación del aire provoca más de 350 muertes prematuras al año.
La población más vulnerable son los menores de 14 años, pues la contaminación afecta directamente a su desarrollo cognitivo.
La manera de movernos influye en la calidad de vida de las personas
Por eso, siempre que se pueda, la movilidad sostenible debería ser prioridad. No importa si son trayectos cotidianos, para llegar a lugares cercanos. ¿Acaso no nos hacen llegar más lejos como sociedad?