César Bona, maestro y autor de libros sobre educación
Nuestro entrevistado del mes de febrero es uno de los mejores maestros del mundo. Y es que fue premiado con el Global Teacher Prize, que vendría a ser el “Premio Nobel de los profesores”. César Bona (Ainzón, Zaragoza, 1972) nos recuerda que no solo educamos con libros, sino que también lo hacemos dialogando, fomentando la cooperación, compartiendo emociones o invitando a los niños a participar en la sociedad. Bona ha escrito diversos libros sobre educación y ha sido galardonado debido al fomento de la creatividad, la innovación y la sostenibilidad en esta materia. Lo entrevistamos en motivo del Día Internacional de la Educación y aquí encontraréis algunas de sus reflexiones.
César, ¿cuál es la mejor recompensa que se tiene como maestro?
Tenemos que sentirnos afortunados porque estamos rodeados de niños y niñas; y esa curiosidad, esa creatividad, ese ansia de investigación, de hacerse preguntas constantemente, lejos de ser coartada, si se estimula, a ti te llena muchísimo. De hecho, yo creo que niños y niñas tienen la magia de ver lo genial en las pequeñas cosas. O el mirar la vida de otra manera, con esa perspectiva que cuando uno es adulto pierde un poco por tantas normas que nos constriñen. Y por eso es tan interesante parar y, en lugar de que te escuchen ellos a ti, escucharles tú a ellos. Atender al niño que eras para entonces entenderles mejor o entender mucho más intensamente la vida.
¿Cómo ha afectado y cómo crees que afectará la pandemia a la educación?
Empezaré diciendo algo obvio y es que, como todos sabemos, lo que nos ha tocado vivir ha tambaleado las estructuras a las que estábamos acostumbrados. Partiendo de esa base, se consultó a muchísimos expertos (en medicina, microbiología, economía, virología, política…) y se daban respuestas sobre cómo iba a afectar y qué había que cambiar. Ahora la pregunta es: si todo lo que pensamos e imaginamos empieza en la educación, ¿qué se ha propuesto en este ámbito? ¿Nos vamos a conformar con que niños y niñas aprendan a mantener la distancia de seguridad o entiendan la importancia de llevar mascarilla? La vida nos está dando una oportunidad para repensar la educación y plantearnos qué teníamos antes, qué herramientas hemos echado en falta todos estos meses y cuáles sería interesante tener a partir de ahora, para las que entonces hay que educar.
“No podemos olvidarnos nunca de acercar los libros y contenidos a la vida real de los niños, así como de acercar la propia vida a la escuela”
¿Por qué nos asusta salir de los libros para enseñar?
No sé si nos asusta, no se puede generalizar; hay muchos docentes que están llevando a cabo proyectos maravillosos y que dejan el libro al lado. Que no digo que los libros no sean interesantes, sino que no pueden ser la guía de la vida. Precisamente, a veces cuando cogemos un libro se nos olvida mirar por la ventana, qué pasa en la sociedad que tenemos alrededor. Y eso no lo podemos olvidar porque la escuela no es una burbuja. Y, como no es una burbuja, tenemos que ver también si el conocimiento que adquieren niños y niñas, luego pueden usarlo realmente en sus vidas. Por eso, los libros son interesantes, tienen muchos contenidos que están muy bien, pero no podemos olvidarnos nunca de acercar estos contenidos a la vida real de los niños y luego también de acercar la propia vida a la escuela.
¿Necesitamos más educación emocional en las aulas?
Nadie nos ha dado las herramientas a los adultos para entender cómo funciona la vida, y entonces nosotros no podemos dárselas a los niños para que sepan gestionar sus emociones. Yo creo que en algún momento tiene que haber un clic: que nosotros adquiramos esas herramientas, que resultan fundamentales, para que así podamos dotar a los niños y a las niñas de ellas. Nadie puede decir que el ser humano no está hecho de emociones. De hecho me sorprende cuando alguien dice que el terreno de las emociones es una moda. El ser humano es un ser racional pero si te das cuenta, la mayoría de decisiones importantes que tomamos en la vida están tomadas desde la razón pero también, y muy importante, desde la emoción: desde el miedo, la frustración, la ira, la alegría… Y claro que tenemos que educarnos más en emociones para luego poder educar a niños y niñas.
“Nadie nos ha dado las herramientas a los adultos para entender cómo funciona la vida y entonces nosotros no podemos dárselas a los niños para que sepan gestionar sus emociones”
¿Qué le dirías a un maestro que ha perdido la ilusión?
Cuando eso sucede, muchas veces es difícil que volvamos en algún momento a decir: “Cuán importante es mi profesión”. Pero si hay algo que debemos tener siempre presente es la pregunta de por qué nos hicimos maestros, y ahí cambia todo. Fíjate que cuando te preguntan para quién trabajas, la gente normalmente contesta: “Para quien me paga”. Pues en nuestro caso, si nos lo preguntan, la respuesta obviamente ha de ser: “Para los niños y las niñas”. Y eso cambia la perspectiva y, al cambiar la perspectiva, cambia todo.