Cómo crear familias conscientes
Comunicador, emprendedor, experto en autoconocimiento, crecimiento personal y creador de sistemas pedagógicos. Es difícil quedarse con una palabra que describa a Borja Vilaseca. Él mismo confiesa que depende del momento vital que esté atravesando. Con tan solo 19 años, tuvo que afrontar una dura crisis que le sirvió para encontrar su vocación. Años más tarde, volvemos a hacer frente a una nueva crisis, aunque ahora producida por un virus. La diferencia es que esta vez, ya tiene claro que lo que sucede, conviene. Padre de dos niños de siete y cinco años, hablamos con él de cómo las familias pueden fortalecer sus lazos durante el confinamiento y aprender a gestionar las emociones, de grandes y pequeños.
Borja, ¿cómo y cuándo descubriste quién eres?
En el año 2000, en plena crisis de la adolescencia, toqué fondo y empecé una búsqueda para encontrar mi propósito: democratizar la sabiduría. Es decir, hacer accesible el conocimiento que permite a las personas cuestionar su actitud frente a la vida y convertirse en lo que desean. Además, soy un empresario que quiere revolucionar el sistema educativo y ya he montado distintos programas pedagógicos como Akademia. Uno de mis últimos proyectos es Kuestiona, una comunidad educativa para buscadores inconformistas que lanzaremos en julio. Por cierto, las primeras 500.000 personas que se apunten, recibirán un curso de bienvenida a la nueva era para reinventarse profesionalmente. Llevo 15 años en este camino, estoy casado con una mujer maravillosa y tenemos dos hijos que son ninjas, samuráis y maestros que cada día me enseñan a soltar el ego.
Tú sueles decir en tus charlas que “si tú cambias, todo cambia”. Ahora que todo ha cambiado, ¿cuándo vamos a notar un cambio en nosotros mismos?
Antes del coronavirus, la inmensa mayoría de las personas vivía la vida desde una vieja mentalidad en la que la felicidad estaba fuera. Por eso, una de las cosas más difíciles del confinamiento ha sido gestionar las emociones, básicamente porque no sabemos cómo hacerlo. Lo que estamos viendo es que muchas personas están en procesos de introspección forzada, tomando conciencia y cuestionando su forma de pensar. Cuando cambia tu manera de percibir la realidad, cambian tus emociones, que son tu energía. Y entonces, también se modifican tus acciones y sus consecuentes resultados. Es decir, pasamos del victimismo a la responsabilidad social. Y eso te lo da el autoconocimiento.
¿Crees que se habla poco de las emociones en la sociedad?
Sí y me remito a mi proceso de despertar. Cuando hablaba de las emociones por aquel entonces, me llamaban Borja vilasecta. Después, en el 2008, una parte de la sociedad empezó a tratar en público este tema pero con estigmas. Y ahora, todavía queda un grandísimo camino porque el statu quo sigue haciéndonos creer que lo importante está fuera. Habrá personas que despertarán y otras que seguirán ancladas en esos viejos paradigmas esperando a los salvadores.
“Aprovechemos esta crisis. Es nuestra mejor aliada para iniciar procesos de cambio”.
¿Tú cómo estás llevando el confinamiento?
Te cuento un poco. Yo estaba haciendo una gira en Argentina y Colombia y pude volver a Barcelona justo el día en el que que daban el toque de queda. Mi suegro, que trabaja en el ámbito sanitario, avisó a mi mujer de la situación y ahora, ella y mis hijos están fuera de la ciudad, en un entorno rural. Así que a nivel personal bastante tranquilo pero a nivel profesional, intentando controlar la situación, gestionando un negocio con 25 empleados, aunque no hemos hecho ERTE. Lo estoy viviendo como un proceso de muerte y renacimiento y quiero que se entienda bien esta expresión. Es decir, dejemos morir lo que ya está obsoleto dentro de nosotros. No tengamos miedo al sufrimiento porque es necesario para empezar el cambio. Por cierto, ¿tú qué tal?
¿Yo? Yo muy bien, la verdad, me encanta estar en casa, lo disfruto mucho pero sí que intento no pensar demasiado en el futuro. Más bien en el día a día.
Claro, y aprender a aburrirse en casa, si es necesario, que también es sano. Y sentir tristeza, miedo, alegría… Lo que sea pero SENTIR.
Precisamente, una de las lecciones de Tomando Conciencia, el aula virtual de los hábitos saludables y sostenibles abierta a todas las familias, se centra en en emociones. ¿Crees que hay una única forma de gestionarlas?
Cada hijo es único, es una semilla. Y cada padre, madre o pareja, también. Por lo tanto, cada familia encontrará su método. Ahora bien, siempre partiendo de la misma idea: debemos acompañar a nuestros hijos para que sean ellos mismos. Muchos padres no lo permiten y eso es un error.
“Educar es acompañar al niño para que extraiga el potencial que lleva dentro. Condicionar es que el adulto crea lo que el niño necesita y lo proyecte de fuera hacia su interior”.
¿Y cómo empezamos a tratar las emociones de los pequeños?
Primero, mirándonos al espejo como adultos y padres para preguntarnos: ¿quién soy yo? ¿Me gusta ser así? Sabrás que eres fiel a ti si sientes dicha, paz, conexión. Si te gusta tu vida y sabes que has seguido tu propio camino, liberándote de tus cadenas internas. Si el adulto no ha hecho ese proceso, toma las consignas generalistas de la educación y las intenta imponer a sus hijos. Y claro, ellos se rebelan porque nacen indomables hasta que vamos fijando límites. Los padres tienen que liberarse para nutrir el proceso de su hijo, poniendo límites pero no tantas limitaciones, y acompañando emocionalmente a los niños.
Como si se tratara de un viaje.
Que te transforma y te obliga a dejar el ego a un lado. Un viaje revolucionario, está claro, pero necesario.
Los más pequeños han demostrado que son más fuertes que muchos adultos pero, ¿sufrirán consecuencias a largo plazo?
Eso dependerá de cada situación pero sí, tanto positivas como negativas. Los niños necesitan estar con otros niños, es inevitable. Y sin poder ir a la escuela, no sociabilizan igual. Pero, por otro lado, qué bonito (y duro) estar más tiempo con ellos. Desde aquí quiero mandar todo mi cariño a padres y madres que han estado en pisos con hijos pequeños: ¡sois unos auténticos héroes! Otra consecuencia es reflexionar sobre las relaciones familiares que tenemos. Ojalá salgan nuevas versiones, nuevas enseñanzas para que cuando volvamos a una nueva anormalidad, vivamos desde lo esencial.
Justo ayer leía un estudio de la Fundació La Caixa, en el que decía que un 72% de los jóvenes catalanas, ha mejorado la relación con sus padres durante este confinamiento.
Claro, porque se ha reforzado el valor del hogar como un refugio. A mi mujer y a mí nos gusta mucho estar en casa pero hay personas que no estaban acostumbradas y lo asociaban al aburrimiento. El hogar debería ser un lugar de paz y no de conflictos o sufrimientos.
¿Qué le dirías al padre o la madre que no entiende las emociones de sus hijos?
Lo tengo clarísimo: el ENEAGRAMA. Yo descubrí este manual de autoconocimiento a los 24 años y fue entonces cuando empecé a conocerme mejor, a dejar de sufrir y a comprender a los demás. El eneagrama, como te decía, es una herramienta útil y muy sencilla, que describe 9 tipos de personalidad. A mí me ha dado claves y recursos para tratar a mis hijos, por eso siempre lo recomiendo.
“Si te sabes acompañar a ti emocionalmente, también sabes acompañar a tus hijos para que descubran sus emociones”.
¿Se puede vivir demasiado pendientes de lo que sentimos?
Precisamente, el eneatipo 4 se caracteriza por tener un complejo de inferioridad y su mecanismo de defensa es mirarse demasiado a sí mismo. En el templo de Apolo en Delfos, había una frase que decía “conócete a ti mismo” pero en el reverso concluía “pero nada en exceso”. Pues bien, este eneatipo se ahoga en sus propias emociones y se vuelve más egocéntrico. A muchos padres les ocurre. Gracias al autoconocimiento, podemos encontrar el equilibrio. No podemos vivir por y para solamente nuestros hijos porque sabemos que llegará el día en el que nos dejarán. Ocupémonos de nuestros hijos pero sin olvidarnos de nosotros ni desatender a la pareja.
“Con mi mujer, hacemos equipo y nos complementamos para ser fuertes frente a estos maestros espirituales que son nuestros hijos. Es una empresa familiar. Un gran desafío que te lleva a una nueva manera de estar en la vida”.
Y a ti, ¿qué emoción te ha acompañado más durante el confinamiento?
La ira, sin dudarlo. ¡Mis hijos me llaman “Papá enfadoso”! Yo estoy en un buen momento de familia y pareja. Siento que ya hemos pasado muchas crisis y hemos encontrado nuestra forma de resolverlas, gracias al autoconocimiento. Es un entrenamiento. Pero, en algunos momentos de este confinamiento, porque soy muy exigente y porque no he sabido ver que esta crisis llegaba en forma de virus, he tenido que parar mis proyectos y hacer frente a eso. Ahora ya la veo como un trampolín. Sé que después de todo esto, mi empresa será diferente y yo también. Así es la vida.
Antes siempre teníamos una excusa para no cambiar ni enfrentarnos a las emociones, ¿verdad? Pero la vida está conspirando para que nos pasen cosas y reaccionemos.
Exacto. Como dice el aforismo budista de Siddhārtha Gautama Buda “lo que sucede, conviene”. Qué más da lo que tú pienses sobre la realidad. Acéptala y fluye con ella para crecer, aprender y evolucionar. Aquí cada uno está viviendo su propia realidad. Habrá personas que saldrán con más madurez y más posibilidades de florecer y otras que no. ¿Hasta cuándo vas a seguir resistiéndote al cambio?
“Tú no puedes cambiar la realidad pero sí modificar tu actitud. En algún momento, con el tiempo, veremos las consecuencias que esta pandemia ha traído a nuestras vidas y más de uno, sentirá agradecimiento por los aprendizajes tan valiosos que ha tenido”.
Seguro que muchas familias despiertan con tus palabras. Esperamos que empiecen ahora mismo ese viaje emocional para ellos y para acompañar a sus hijos.
No olvidemos que la familia sigue siendo la institución dominante. Queremos paz en el mundo pero, ¿hay paz en nuestro hogar? ¿Hay armonía, amor y felicidad? Son simples preguntas que dan para una buena reflexión en este confinamiento. Tenemos una gran oportunidad para crear familias conscientes: con seres humanos conscientes que entienden que sus hijos son maestros y los aprovechan para crecer y acompañarlos en el proceso de educación. Familias, ¡mucho ánimo!
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